En la carretera a Tinajo, frente al volcán El Cuervo y dentro del Parque Natural de los Volcanes está Montaña Colorada, el último volcán que entró en erupción en el año 1735 finalizando con él la pesadilla que los lanzaroteños comenzaron a vivir en el año 1730.
Como es de suponer, el volcán recibe este nombre por el color rojizo que presenta debido a la presencia de óxidos de hierro en la composición de la lava.
Se trata de una sencilla y cómoda caminata bordeando el volcán que, contando las muchas paradas para leer los paneles, sacar instantáneas o contemplar el paisaje, nos llevará en torno a una hora.
Iniciamos la ruta bordeando el volcán el el sentido contrario a las agujas del reloj y tal como indica el panel informativo que encontramos al principio de la misma.
Conforme avanzamos, a nuestra derecha podemos ver la silueta de Montaña Negra que deja patente la diferencia cronológica de estos dos volcanes cuyos cráteres apenas distan un kilómetro.
Unos metros más adelante se abre ante nuestros ojos la vista de una gigantesca bomba volcánica que representa todo un hito paisajístico. Tanto esta bomba como el resto de los materiales volcánicos emitidos por este volcán, se disponen en torno al cono, de forma ordenada, siendo los más próximos al volcán los de mayor tamaño mientras que los más pequeños pueden alcanzar distancias mucho mayores.
Al fondo, el Volcán de Guanapay y del Castillo de Santa Bárbara remarcan la localización de Teguise, antigua capital de la isla.
A nuestro paso podemos contemplar las coladas denominadas “aa” que como explica uno de los paneles se forman cuando las coladas al enfriarse y volverse más densas pierden su capacidad para deformarse y adaptarse al flujo del material incandescente que circula bajo ella. Es en estos momentos cuando esta costra superficial tiende a romperse fragmentándose en múltiples pedazos que permiten el escape de gases que están en su interior y facilitan su movimiento. Como resultado se produce la formación de fragmentos superficiales escoriáceos que dan al conjunto de estas coladas de lavas un aspecto ruinoso. En Canarias a estas lavas se las denomina Malpaíses.
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