sábado, 4 de diciembre de 2021

Lanzarote, día 3: de ruta por La Graciosa

  Día 3: Excursión a la isla de La Graciosa

Realizar una visita de un día a la Graciosa es el plan perfecto desde Lanzarote por su proximidad y porque hay tiempo suficiente para una primera toma de contacto con la isla. De lo que no estoy tan segura es de haber acertado con la forma elegida para hacerlo, pero aún así, la experiencia mereció la pena.

Previa inscripción online, elegimos una compañía que ofertaba la excursión  con una agenda a priori bastante atractiva y que he de decir a su favor que no decepcionaron. El trato y la atención fueron exquisitos.

A la hora prevista un autocar nos esperaba en el punto establecido de la zona de nuestro alojamiento y tras varias paradas para recoger a otros pasajeros, nos dirigimos hacia el puerto de Órzola. Allí nos esperaba el catamarán en el que realizaríamos la travesía de ida y vuelta y donde desarrollarían algunas de las actividades programadas.


Tras una travesía de 25 minutos atracamos en el puerto de Caleta de Sebo, la pintoresca capital de La Graciosa donde dispusimos de aproximadamente 45 minutos tan solo para conocer el lugar antes de regresar al catamarán y emprender rumbo a Playa Francesa recorriendo la zona sur de la isla. 



La Graciosa forma parte del denominado archipiélago Chinijo formado por la islas de La Graciosa, Alegranza, Montaña Clara y Los Roques. Es la mayor reserva marina de Europa y uno de los pocos lugares donde todavía no hay carreteras asfaltadas.

Aquí es donde eché de menos disponer de más tiempo. Si de mí hubiera dependido habría sustituido la parada en Playa Francesa que no disfruté y me habría quedado en Caleta de Sebo hasta la hora de regresar.

El sitio se recorre enseguida pero no en tres cuartos de hora. Procede caminar despacio, observar bien los rincones, charlar sin prisas con la gente del lugar de las que siempre se aprenden cosas muy interesantes...





De regreso al catamarán para fondear en Playa Francesa, una de las ensenadas más bonitas de La Graciosa, nos invitaron a un pincho de tortilla y bebida a elegir. 

¡Qué decir de la playa! Las aguas turquesas y la arena dorada de esta playa en forma de concha convierten a este lugar en todo un paraíso natural. Un poco más allá se levanta la Montaña Amarilla que debe su nombre a los líquenes de ese color que cubren la ladera que mira al mar.




Una vez fondeados, dispusimos de tiempo libre en el que teníamos la opción de permanecer en el catamarán o llegar hasta la playa para tomar el sol, tomar un baño o practicar actividades acuáticas como snorkel o kayak. 

Como  el tiempo libre nos parecía insuficiente para movernos por el lugar y el traslado hasta la costa precisaba de al menos 3 viajes y lo iba a acortar bastante, decidimos quedarnos en el catamarán. La espera nos rindió más de lo que creíamos y no disfrutamos esta parte de la excursión como nos habría gustado.

Hacia las 14:00 horas disfrutamos del almuerzo realizado por un cocinero a bordo. El menú formado por paella y fruta fresca estaba muy rico; además, en todo momento había a nuestra disposición una barra libre de cerveza, sangría, refrescos varios y agua.

De regreso hasta el puerto de Órzola la imagen que nos ofrece Punta Fariones y el Risco de Famara con sus paredes verticales y grandiosas es sin duda todo un espectáculo para la vista.




Una vez en Órzola regresamos en autobús a las diferentes zonas turísticas de Lanzarote de las que habíamos partido.


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